Hoy escribo quizá una de las líneas más difíciles desde que administro nuestra página web.
Se nos fue Rosita.
Y aunque sé que las palabras no alcanzan, también creo que ella merece este espacio, porque su huella en la institución es tan grande como el vacío que deja su partida.
Para mí, este ha sido uno de los momentos más tristes que he vivido como parte de la comunidad educativa y como responsable de comunicar lo que somos. Nunca imaginé tener que escribir algo así… pero también siento que rendirle homenaje es una forma de agradecerle por su vida, por sus enseñanzas y por cada gesto de humanidad que dejó en nuestras aulas, pasillos, reuniones y corazones.
Aunque resulta difícil entender su partida, hoy honramos a la docente, a la compañera, y sobre todo, al ser humano extraordinario que fue. Y lo hacemos desde el lugar que ella siempre cultivó: el respeto, la solidaridad y la esencia profunda de lo que significa educar con el alma.
“Rosita”: Un legado que florece en cada estudiante
La comunidad del Colegio Instituto Técnico Rodrigo de Triana I.E.D. despide con profunda tristeza a la docente Rosa Guateros, una maestra que trascendió el aula para convertirse en guía, inspiración y ejemplo de humanidad.
Rosita no solo enseñaba contenidos académicos; educaba desde el corazón. Con su voz amable, sus consejos oportunos y su palabra siempre justa, recordaba que en el proceso formativo importa tanto el conocimiento como la sensibilidad humana. Tenía la extraordinaria capacidad de escuchar, aconsejar y tender la mano justo en el momento preciso. Muchas generaciones de estudiantes, hoy jóvenes y adultos, la reconocen como esa docente que marcó sus vidas con ternura, firmeza y profundo sentido del deber.
Su paso por la institución estuvo guiado por valores que se reflejan en nuestro lema institucional:
Calidad humana: Fundamento de la convivencia, el aprendizaje y la vida laboral
Rosita encarnó cada una de esas palabras.
Una educadora, una compañera, una amiga
Para sus compañeros docentes, Rosita fue mucho más que una colega. Fue apoyo en los días difíciles, sonrisa en los descansos, consejo en las decisiones importantes. Su presencia en reuniones, comités o jornadas pedagógicas siempre invitaba a la reflexión serena y a la búsqueda del bien común.
Era ejemplo de respeto, sabiduría y vocación docente.
Su huella permanece
En cada estudiante que ayudó a creer en sí mismo.
En cada familia a la que orientó con empatía.
En cada docente que encontró en ella inspiración.
Rosita vive en los recuerdos, en las enseñanzas y en las personas que transformó.
Su legado permanecerá como parte de la historia educativa de nuestro colegio, y su espíritu seguirá guiando la labor de quienes continuamos edificando cada día esta comunidad.
“La grandeza de un maestro no se mide por lo que enseña, sino por lo que deja en quienes aprenden”
Rosita, tu luz permanece entre nosotros.
Gracias por tanto. Hasta siempre.

